jueves, 8 de julio de 2010

Un paseo a Ciudad del Este


Foto: Melissa Rogers
Un paseo a Ciudad del Este es siempre una grata aventura. Esta mañana fui con mi hija para hacer algunas compras y ese trajinar ya conocido, me sigue sorprendiendo como el primer día.
Las calles parecen enjambres de colores, la gente va y viene, algunos caminan silenciosos, otros van conversando con alguien o por el celular y se escuchan diálogos en guaraní, en portugués y de lejos nos damos cuenta si entre los caminantes hay algún argentino.
En la calle se ven pilas de frazadas multicolores, pelotas, camisetas, banderas que flamean al viento y por supuesto las remeras de la albirroja con todos los nombres de nuestros héroes. Yo quiero la 10 dice una chica. Al lado las camisetas verde-amarelas con la inscripción más buscada: Kaká y la 10 que dice Messi, alegran el corazón de los amantes del fútbol de las tres fronteras.
En una esquina, un vendedor de quiniela anota atento los números en una pizarra pequeña y al costado, un mesitero acomoda los remedios yuyos para el tereré, mientras que en un mortero machaca los remedios para un cliente sediento.
Entre bocinazos de autos y sorpresas de motos, llegamos a destino. Enseguida nos toca el camino de vuelta. En una plazoleta un músico toca una quena, la gente lo rodea para escuchar su música del altiplano y hacer un descanso, una pausa en la mañana que corre diligente para alcanzar el mediodía.

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