Siempre que nos reunimos en casa los domingos es una buena oportunidad para saborear algún asado o simplemente charlamos y cantamos algunas canciones.
Cuando logramos estar todos somos más de veinte entre tíos, primos, abuelos, hermanos.
Y tratamos de alegrarnos con lo que haya, tratando de no discutir, principalmente por temas políticos porque siempre surgen posturas diferentes.
Comemos, reímos y el día pasa rápido. Algunos no pueden desprenderse de la siesta y se acuestan por más de dos horas, hasta que alguien los despierta con el pretexto de que aún no ha comido el postre.
Y el domingo se acaba y el lunes se vuelve a la misma rutina.
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